Block de hojas amarillas: enero 2007

19 enero, 2007

Premios Barbón de Oro 2007

Por Gabriel Truijillo Muñoz

Como todos saben (y los que no lo saben aquí lo van a averiguar), los premios Barbón de oro son ya una tradición de siglos (al menos del siglo XX y el XXI) en el ámbito cultural bajacaliforniano. Esperados con ansias (han provocado más de un atentado suicida) y discutidos con acritud, son la comidilla de cada año, el who is who de nuestra comunidad artística. Aviso anticipado: si no apareces aquí no te preocupes, la esperanza siempre prevalece si luchas por ella. Así que la clave es: a trabajar. Que 2006 ya terminó, pero el 2007 es todo promesas.

Premio La luz no deja sombras para Pablo Guadiana, ganador de la V Bienal de fotografía de Baja California.

Premio La ciudad que recorro para el digno sucesor de Francisco Morales: Omar Pimienta y su poemario La Libertad: ciudad de paso.

Premio Cómo ser funcionario y no morir en el intento para Angel Norzagaray y Luis Hirales, dos artistas bajacalifornianos que han logrado equilibrar la función pública con su labor cultural.

Premio Ciudadanos del año para los miembros de la comunidad cultural de Tijuana que defendieron el antiguo palacio de gobierno de la rapiña burocrática. Don Rubén Vizcaíno se los agradece.

Premio Cronista del año para Leobardo Sarabia y Carlos Sarabia, los hermanos maravilla, por los dos libros que publicaron sobre la ciudad de sus querencias: Zona de turbulencia y Las muchachas quieren divertirse.

Premio Con el ojo cuadrado para Carlos Coronado Ortega, pintor mexicalense, que en 2006 cumplió 40 años de trayectoria artística profesional.

Premio Libro de arte para Letras de luz de Pablo Guadiana y fotógrafos que lo acompañan.

Premio Esperaba más y fue menos para el libro Aquí es Tijuana.

Premio Esperaba menos y fue más para el libro Tijuanologías de Heriberto Yépez.

Premio Silencio creativo para los 30 años de trayectoria de Alejandro Keys, pantomimo universal y figura imprescindible del teatro bajacaliforniano.

Premio Fotógrafo revelación del año para Iván Alberto Cárdenas Cázares, fotógrafo mexicalense ganador de la Primera muestra fotográfica del paisaje natural.

Premio Labor de hormiga para Karla Martínez, del staff del Cecut, por su trabajo en el Festival de literatura del Noroeste y para Ana Luisa y Alfonso Vidales, que han mantenido viva y andando la Bienal de Piano de Baja California.

Premio De tal palo tal astilla para Miguel Ramón Tamayo, hijo del actor y director Ramón Tamayo, quien ganara el premio de adquisición en la V bienal de fotografía 2006.

Premio Ajonjolí de todas las exposiciones para Pablo Castaneda, artista mexicalense multifacético.

Premio Editorial del año para la colección de libros conmemorativos del 50 aniversario de la UABC, que incluye entre sus autores a David Piñera, Daniel Serrano, Angel Norzagaray, Gabriel Trujillo Muñoz, Michael Scorr, Hugo Méndez, etc.

Premio Ya volvió el que andaba ausente para Juana Ríos, Juan Carlos Rea, Marco Antonio Samaniego y Humberto Félix Berumen, ganadores de los Premios Estatales de Literatura 2006.

Premio Poemario del año para Zoofismas de Raúl Feernando Linares, poeta mexicalense que se ha convertido en creador de una fauna singular: la de las palabras metamórficas.

Premio Director musical del año para Pavel Getman y Alvaro Díaz, maestros de Tijuana y Ensenada respectivamente, y formadores de las nuevas generaciones de intérpretes de la música formal en nuestra entidad.

Premio Dramaturgo del año para Agustín Meléndez, teatrista mexicalense, por su libro Graffiti y otros textos teatrales.

Premio Ensayista del año para Martha Nélida Ruiz, escritora tijuanense, por su libro El espejo intoxicado, publicado en Barcelona.

Premio Concierto del año para la serie de conciertos ofrecidos por las orquestas juveniles del estado en el Teatro del Estado.

Premio Espacios culturales independientes del año para Espacio Leve y para La casa de la Tia Tina, ambos en Mexicali, que han servido como foros de las nuevas tendencias artísticas de la frontera norte.

Premio Fiesta cultural del año para Entijuanarte, arte y verbena popular en un solo sitio.

Premio Academia del año para la Escuela de Artes de la UABC y la creación de las carreras de Teatro (en Tijuana) y de Danza (en Mexicali).

Premio Crítico de cine del año para Fernando García Rivas de La crónica y para Karla Mora Corrales de Contraseña. Opiniones divergentes pero con un mismo interés por el séptimo arte.

Premio Libro del año para Ganadores del primer certamen literario Pedro F. Pérez y Ramírez, publicado por la Fundación Peritus y UABC: educar para el futuro, publicado por la UABC.

Premio Acontecimiento cultural del año para el Cow Parade (auspiciado por la empresa URBI) en Mexicali, la ciudad que se convirtió en la segunda urbe (¿o era ubre?) del país, después de la ciudad de México, en ser receptora de esta instalación escultórica internacional. Arte público al alcance de toda la población.

Premio Los valientes mueren con la pluma en la mano para Jesús Blancornelas, un periodista que supo lidiar con los toros del poder en la plaza pública.

Premio Brincando el charco para los literatos bajacalifornianos que han traspasado fronteras regionales con sus obras: Mayra Luna, Heriberto Yépez, Martha Nélida Ruiz, Gabriel Trujillo Muñoz, Hugo Salcedo y Angel Norzagaray, entre muchos otros.

Premio Artista del año para Franco Méndez Calvillo y Alvaro Blancarte, pintores tijuanense cuyas exposiciones mostraron la maestría de su arte, su creatividad inagotable.

Premio Artista joven del año para Tonalli Magaña, músico tecatense, creador en ascenso.

Premio Historiador del año para Cándido Zataráin Salmerón por su libro Efemérides mexicalenses.

Premio Espacio cultural institucional del año para el Centro Estatal de las Artes en la zona del Río Nuevo en Mexicali, que en 2006 fue punta de lanza de proyectos artísticos regionales, nacionales e internacionales.

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11 enero, 2007

03 enero, 2007

Aparecido en la revista Siempre!



Este texto fue tomado de aquí.
Gabriel Trujillo Muñoz/Autor de Mexicali city blues
La frontera norte es idónea para la narrativa policiaca
Por: Eve Gil

Vivir al lado de los Estados Unidos te enseña a no verlos como mitos ambulantes, sino como seres humanos sujetos a los mismos imperativos: placer, dolor, poder y ambición.

Gabriel Trujillo Muñoz (Mexicali, 1958) es de los escritores emblemáticos de la frontera norte y es, asimismo, digno de figurar en el libro de récords Guiness ya que su obra, que abarca prácticamente todos los géneros literarios, comprende casi el centenar de títulos.

Médico titulado por la Universidad de Guadalajara, Trujillo Muñoz asegura que la medicina es su hobby porque su verdadera profesión es la de escritor. Recientemente se publicó en la editorial Bellacqua de España la saga completa de su personaje más ilustre, el abogado y detective aficionado Miguel Angel Morgado, titulado Mexicali city blues , que en México se publicó por editorial Norma bajo el título El festín de los cuervos (2002).

Los orígenes

“Todo empezó en México y gracias a la editorial Norma, la casa editora colombiana, que aceptó publicarme dos libros: Mercaderes (2001), una colección de cuentos de fantasía, horror y ciencia ficción, y El festín de los cuervos. La saga fronteriza de Miguel Angel Morgado (2002). En 2004, Norma presentó su catálogo de libros en Europa y de pronto hubo una reacción impresionante: la editorial italiana Feltrinelli compró los derechos de El festín de los cuervos y en 2006 salió Il banchetto dei corvi en su serie Super Universale Económica y la editorial alemana Unionsverlag hizo lo mismo y en 2006 publicaron El festín de los cuervos bajo el titulo de Tijuana blues. Piero Salabé, agente de Norma en Europa, contactó con la editorial española Bellacqua, que es parte del grupo Norma, y les explicó que si las aventuras de Miguel Angel Morgado estaban ya en el mercado europeo sería bueno tener una edición en castellano”.

“Pere Sureda, el director de Bellacqua —agrega— pasó el libro a su comité editorial y se entusiasmaron tanto que en unos meses sacaron su propia edición, bellamente diseñada. ¿Por qué su entusiasmo? Porque vieron en las peripecias de Miguel Angel un microcosmos de la vida actual en cualquier parte del mundo. Las fronteras, por más globalización que haya, no han desaparecido. Al contrario: se han vuelto más duras, más herméticas, más intolerantes. Son el espacio idóneo para la narrativa policiaca.”

Miguel Angel Morgado huye por aburrimiento de Mexicali y se refugia en la ciudad de México. Gabriel Trujillo Muñoz ha tenido más de una propuesta para afincarse cómodamente en la gran metrópoli. Fue requerido para dirigir la revista Tierra Adentro en el 2000, pero declinó la oferta sin inmutarse. “Mexicali es, como fuera en su momento el Dublín de James Joyce, una ciudad que no había aparecido en el mapa cultural y que, a través de Mexicali city blues , busco que tome su lugar como un espacio de creación peculiar. Estar aquí me permite concentrarme en el trabajo creativo sin distractores, sin la parafernalia de la literatura como pasarela de vanidades. Mexicali es mi casa permanente, mi fuente de creatividad, es la capital de Baja California, una metrópoli fronteriza en medio del desierto que cuenta con sus propios mitos y leyendas, por eso me interesa que Morgado la sienta a la vez suya y ajena.”

En las cinco novelas cortas que componen Mexicali city blues , los vecinos gringos se nos presentan como seres a un tiempo necesarios e indeseables. “Vivir al lado de los Estados Unidos te enseña a no verlos como mitos ambulantes sino como seres humanos sujetos a los mismos imperativos: el placer y el dolor, el poder y la ambición. Lo que más critico no es a los gringos, ciudadanos como nosotros a la orilla de su propia cultura, sino al centralismo de Washington y la ciudad de México que no permite apreciar el valor de nuestra convivencia forzada, de nuestras vidas en común a ambos lados de la línea fronteriza.”

De entre las cinco novelas, destaca Tijuana City Blues que pudiera ser leída como una versión fronteriza de Pedro Páramo; de hecho Juan Rulfo es citado en un par de ocasiones, “Pero en el norte no hay murmullos, no hay sombras susurrantes: hay realidades chocando entre sí, con impetuosa algarabía, y palabras que no rehuyen decir las cosas por su nombre. Hay una búsqueda de la verdad aunque ésta no devenga en justicia para todos. Miguel Angel Morgado regresa a Mexicali para impulsar nuevas formas de acabar con el crimen como olvido colectivo, como desmemoria de una sociedad que no quiere desenterrar sus muertos incómodos. No regresa a morir: regresa para resucitar como investigador fronterizo, como defensor de los derechos humanos donde más se le necesita. Y, sobre todo, Morgado regresa para aprender a ser norteño de nuevo, para asumir su condición de mexicano con nuevas facetas en su temperamento”.

Los indígenas en el norte

Dice el doctor-escritor Gabriel Trujillo Muñoz que “en el norte se nos olvida con frecuencia que somos parte de una cultura más profunda porque los grupos indígenas nativos están en franca extinción. Aquí, en Baja California apenas quedan unos centenares de cucapás, kiliwas, kumiais y paipais viviendo en zonas marginadas y, por eso, los fronterizos no advertimos el peso cultural de los indios en nuestra propia vida. Recuerda que nuestra sociedad es una amalgama de mexicanos de todas partes del país con chinos, japoneses, rusos, ingleses, estadounidenses, hindúes y sudamericanos. Lo indígena queda sepultado bajo esta mezcla variopinta de nacionalidades y culturas unidas por la búsqueda frenética de rápidas fortunas, de dinero barrido con la escoba.”

Al contrario de lo que pudiera pensarse, estas novelas tocan muy poco el tema del narcotráfico y ahondan en cambio en el tráfico de órganos, el terrorismo y los desaparecidos políticos.

“El año pasado, en Letras Libres, un crítico defeño equiparó la literatura del norte con la literatura del narcotráfico y me incluyó. Es obvio que sin haberme leído y desde sus prejuicios pensó que si yo escribía novela policiaca ésta tenía que ser, a fuerza, sobre el narcotráfico. Fue una crítica sin fundamento, pues yo escribo thrillers: historias de suspenso, ficciones de espionaje o de enigmas históricos ubicados en la frontera México-Estados Unidos. Incluso he publicado una novela de ciencia ficción fronteriza: Espantapájaros (1999), ganadora del premio nacional de narrativa Colima, y dos novelas históricas, Conjurados (1999) y Highclowd (2006)”.

Agrega el escritor-doctor:

“Yo sigo la lección de Carlos Montemayor: hay que escribir todas las historias del norte que faltan por contarse”.

Actualmente, y como es de esperarse, Gabriel Trujillo Muñoz trabaja simultáneamente en varias obras: una novela-río con decenas de personajes vivos y muertos, una especie de mito de fundación visto a lo largo de unos cuantos días, es un Manhattan Transfer fronterizo; una novela de fantasía que se ubica entre un monasterio español del siglo XVIII y las tierras áridas de Baja California en tiempo de las misiones, y un poemario sobre la migración como un viaje al inframundo. Además de una serie de ensayos sobre el desierto Sonora-Baja California y su impacto en la historia nacional y mundial.

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