Block de hojas amarillas: To blog or not to blog

27 julio, 2005

To blog or not to blog

Como esporádico visitante del universo alterno de los blogs he llegado a la conclusión que los blogs son, escrituralmente hablando, espacios idóneos para el aforismo y la sentencia delirante, para el rigor lacónico de la frase y la expresividad descriptiva de un yo incansable si se trata de hablar de sí mismo; espejos a escala menor, pero espejos al fin del big brother existencial de cada uno de sus creadores, y como todos los blogeros escriben en ellos sabiendo que están a la vista del público fisgón, hay pues una buena dosis de escenificación a la salón cortesano del siglo XVIII, una postura de íntima espontaneidad fingida. Leer un blog es jugar a leer una vida en palabras contundentes y efímeras y, como Pessoa mismo reconocía, el que finge ser alguien acaba siendo realmente lo que finge y al escoger una determinada máscara-pose-actitud-personalidad está llevando a cabo no un salto en el vacío, sino una auténtica representación de sí mismo.

*

En cuanto al blog, su escritura es ya un estilo abierto donde, en la mayoría de los casos, el blogero anuncia los contratiempos de su cotidianidad, los altibajos de su existencia como una terapia grupal que se reconforta en ese ánimo colectivo de que yo soy yo y mi circunstancia y si yo no me salvo, peor para mi circunstancia. En la cultura blog, la vida no vale nada si otros pasan de largo sin leer tus triunfos y derrotas, tus trabajos y tus días.

*

Blogear es recordarte que por más miserable que sea tu vida, es tuya y de nadie más, ella te pertenece pero, como la buena persona que eres, la compartes con tus compas, la muestras al público sin recato. Nada tengo que ocultar, perecen decimos los blogeros, y esa es su mejor mascara, su más sutil travestismo.

*

Para que un blog sea reconocido su creador debe hacerlo distintivo, darle una manera difícil de olvidar; debe tener alguna herida, un dejo de horror, una cachondez espuria, un gui?o de complicidad intelectual.

*

Y es que los blogs son los juegos de salón del siglo XXI. En vez de tertulia con invitados de postín o se?oras reunidas para chismear o jugar a las cartas, un grupo de indagadores, que pueden compartir una ciudad, un discurso o una identidad colectiva, se enlazan a través de cientos espacios vitales para festejar que son amigos y juegan el mismo juego con las mismas reglas que los boy scout o la antigua masonería, son un culto que exactamente por ser público es secreto.

*

?Sirven los blogs para el conocimiento o la diversión? Pregunta arcaica para una situación fluida. Los blogs son jugadas personales en el tablero de las relaciones humanas. Como toda forma de comunicación son formas de poder disfrazarlas de placer.

*

Todo blog cuenta con su propia estrategia de mercado implícita. Es un producto que se cotiza en la bolsa de valores de una nueva clase intelectual que sólo existe en el momento de su conexión.

*

El blog no es de quien lo trabaja; es de quien lo visita.

*
El blog es un tendedero público en una vecindad abarrotada.


*

Mentir o decir la verdad no son opciones reales en el cosmos blogiano. Un blogero sólo cuenta el cuento de nunca acabar. No hay juicio, sino invención en este universo donde la contradicción es la única forma de seguir con vida, de mantener la atención de tus semejantes. Aquí se concursa a diario para ser el mejor monstruo-asesino en serie-intelectual sin tacha-skinhead-amante precoz. No se busca ser una persona real sino un personaje público, un protagonista en la pasarela del momento. Una fantasía para venderse a los crédulos, a los bobos, a los que sólo quieren seguir la corriente y nunca estar fuera de la jugada, el chiste privado, el reventón.

*

Un blog no representa a su autor. Sólo es una obra de creación y no siempre responde a un trabajo creativo sino a un catálogo de vicios y virtudes personales, de alter egos en plan de farra. Un mito que pretende pasar por testimonio fidedigno. O un hecho que sólo es real para quien lo escribe o para quien lo lee, lo que en muchas ocasiones es la misma persona.

*

Blogear es fisgonear a uno mismo en los demás. Entre publicar la leyenda o la verdad, el blogero no ve el problema; su leyenda es su verdad y viceversa. En ese caso, los blogeros son los últimos creyentes verdaderos; para ellos, la palabra crea cada cosa que dice, pone en pie la realidad que menciona. Todo es cierto si aparece brillando en la pantalla de su computadora.

*

Blogear es un verbo pasivo para un lector activo.

*

El blog también es cultura. O peor aún: es familia.

*

?Qué me recuerda el blog y sus acólitos? Un salón para toda clase de invitados, siempre y cuando sean cool; un party abierto al público, siempre y cuando haya una lista previa de invitados; un escaparate para discutir trascendencias y nimiedades, siempre y cuando nadie tenga la razón.
*

Saber lo que otros hacen o piensan o discuten, no nos hace que los conozcamos mejor. Esa es la trampa del blog, leer al otro es observar una interpretación escénica, un performance escritural. Sean debates de ideas o pleitos de insultos y manotazos, el blog no deja de ser un espacio más donde cada quien se erige en el poder en turno, en el pontífice de sus propios prejuicios y ataduras. Una tomografía virtual de cada dictador nacido en la domesticidad de su hogar, en el anonimato de su oficina. Como Saddam Hussein, vivir en un agujero mientras amenazas al mundo es un sue?o recurrente de muchos participantes, una manera de conectarse con la realidad sin tocarla, ni vivirla, ni experimentarla. Pero esa es, exactamente, la fascinación mayor del blog: servir de escapatoria al monólogo cotidiano que todos llevamos en la cabeza, ser la escritura automática del ser humano que es sólo un rostro más en la multitud, pero que se resiste a perder su individualidad. La paradoja consiste en que para ser realmente uno se necesitan los otros para darle sentido a nuestra existencia y es allí donde el blog interviene como una red vecinal, como una asociación civil o grupo de apoyo: para hacerte sentir que tus palabras, gestos y exabruptos le importan a alguien, le interesan a un público mayor que el espejo del ba?o. Semejante creencia es la verdadera religión del blog, su dogma indisputable. El blog como un frente común de amigos a los que se puede recurrir a cualquier hora, en cualquier circunstancia. Esa botella al mar con mensaje de “estoy atrapado en una isla desierta llamada rutina, trabajo, escuela o fin de semana sin nada que hacer”.

*

To blog or not to blog, y siguiendo al monólogo de Hamlet, es ahí donde, como el sue?o, “damos fin al pensar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne”. Un sue?o cincelado con “los ultrajes y desdenes del mundo, la injuria del opresor, la afrenta del soberbio, las congojas del amor desairado, las tardanzas de la justicia, las insolencias del poder” y todo cuanto ponemos en los confines de una vida virtual, en ese lazo que es crónica de nuestro tiempo y compendio de nuestras conciencias. Nudo corredizo con el que nos las ingeniamos para aparentar, sin sufrirlas realmente, nuestras peores pesadillas, nuestros miedos mayores.

*

Blogear es sazonar vidas insulsas e insuflar ánimo a muertos en vida. Una ventana abierta para que podamos ver que, en esencia, todos somos lacrimosamente iguales, horrendamente ordinarios, buenos amigos en las buenas y en las malas, actores mediocres de una obra que hacemos entre todos y a la que aplaudimos sin recato.

*

Pero precisamente, eso es la vida y por ello, blogear es mantener nuestra humanidad en los tiempos del Internet. Una humanidad deliciosamente intrascendente.

*

El blog ya es hoy una religión constituida, una secta de puros, una iglesia en ciernes pero ya capacitada para el dogma y la ortodoxia, para la expulsión del paraíso a todo el que no la adore, para quien no comulgue con sus ritos y ceremoniales, con sus gui?os y tags. Son sus papas, cardenales y obispos, nombrados por gracia del espíritu virtual, los que definen, frente a las masas de creyentes y seguidores fieles, la letanía de lo correcto y lo incorrecto, de lo que está de moda y de lo que no, de los sitios que hay que ir, la música que se debe escuchar, los acontecimientos a los que es necesario acudir por obligación de reba?o y pastoreo de autoridades a cargo. Pero lo importante es responder con presteza a la llamada de los máximos guías y acomodarse a sus requerimientos y festividades litúrgicas, a sus palabras de aliento diario: ?Qué? ?No tienes nada que decir?

*

El blog, con su divertido exhibicionismo, es como el caracol que va construyendo su concha. Al final sólo habrá el vacío y el gran ruido de la memoria, y claro, sólo tendrá sentido si alguien lo acerca a sus ojos y lo lee, lo hace suyo.

*
Blogear es poner entre paréntesis nuestros puntos suspensivos. O una carita sonriente. O un signo de interrogación.

*

Blogear es blofear: hacer que una existencia común adquiera un brillo épico, que sea cool al menos digitalmente.

*

En el blog nada se desperdicia, incluso el desperdicio. Aquí todo es interesante, en especial lo que uno escribe.

*

Blogear es pertenecer a una comunidad, es hacer tarea comunitaria. Un club donde no se necesita más invitación que contar quién eres, qué amas o qué te duele y te enoja. Una sociedad de ayuda mutua y verbalidad permanente. Una terapia global donde todos son, a la vez, el analista y el analizado, el diván y la libreta de apuntes.

*

El blog es un arte del siglo XVIII con tecnología de siglo XXI y, como todo arte, es una forma de no estar solos mientras llega la muerte; una manera de compartir la travesía como un juego de amigos, como una noche de fiesta, como el zumbido de las moscas en el cadáver del mundo: mucho ruido y pocas nueces. Mucho escándalo para tan poco purgatorio. Un arte, en todo caso, de barrio con ínfulas de cosmopolitismo, de provincia en pos de su homenaje, de aldea como sinónimo de corte de los milagros. Lo que importa aquí es la pertenencia, el pase de abordaje, la conexión requerida para acceder a su uso, para ser parte de un club donde sí valoran tus opiniones, donde no eres más un ser anónimo, sin identidad reconocible. El blog como credencial que te identifica, como una oportunidad para dejar de ser Nadie. Una fiesta de disfraces desde tu cuarto-guarida, un carnaval donde se revela tu verdadera personalidad: ese superhéroe cultural que palpita debajo de tu vida ordinaria. El blog como fantasía en marcha, como vampiro-exiliado-escritor-darkie-musa-aventurera-voyeurista-tragafuegos-racista-culturoso-clasemediero en pos de alguien que te escuche en serio, que atienda tus necesidades y acepte tus teorías sobre complots-sexo-drogas-filosofía-religiones-arte-racismo-música-política-cocina-vidapráctica o deporte personal. El blog como la Celestina del nuevo milenio: alguien que pasa recados debajo de las narices de la sociedad, alguien que conoce todos los secretos habidos y por haber. Una red a la altura de un individualismo radical que ve el cosmos reducido a su propio ombligo. Ese imperio donde nunca se pone el sol.
*
Los blogeros son barones rampantes de nuestra era virtual: viven entre las ramas de la red global de comunicaciones, no necesitan ni desean pisar el suelo de la realidad, realidad a la que le conceden cuando mucho una mirada de reojo: son miembros de una comunidad tribal que vive en las alturas del debate intelectual o en los ramajes del consumo sectario de cierta música-cine-cómic-cultura. No es que no entiendan lo que las realidades políticas o sociales son o representan, pero juegan a que en la red nada puede afectarles porque son parte de un culto alternativo-anarco-radical, de una mutación tecnológica que puede prescindir del hecho material para vivir en el territorio libre de su conexión contracultural. Son un frente popular, como en la Guerra civil espa?ola, donde todos colaboran por el bien de la causa blogera. Entre ellos no hay autoridades ni mandos y, sin embargo, abundan los guías espirituales y los líderes de masas que se sacrifican en bien del blog, que es la forma suprema –y comunitaria- de la vida en la red.
*
Entre los blogeros abundan los anarquistas visionarios a la Khamer rojo: aquellos que aman la destrucción de todo pasado anterior al blog y la adoración de toda novedad surgida de éste. Para muchos de tales teóricos primero fue el blog y de ahí en adelante nació el resto del universo. Lo que hubo antes es sólo polvo residual, materia oscura. Nada que sea rescatable para la red vital de nuestro tiempo y circunstancia.
*
El blog ama el flujo, lo efímero, la falta de permanencia del mundo: esas cualidades que los hacen repetir, como el cuervo de Edgar Allan Poe: Nunca, nunca más.
*
El último miedo universal: no estar conectados con el gran hermano que somos en conjunto, no formar parte de la enorme colmena global, blogera, virtual, donde todo zumba en ráfagas constantes y todos somos el mago de Oz en persona.
*
El blog es un nuevo poder en ascenso y, como todo poder que se precie de serlo, busca influir en su medio, incidir en las decisiones de sus agremiados. El blog es la frontera en avance de las nuevas formas de seducir a las masas sin necesidad de partidos ni plataformas doctrinarias. Cada quien su golpe de estado, cada quien su discurso ante el público. Cada uno sus banderas al aire, sus manifiestos en vivo.
*
El blog es la medida de todas las cosas, la nueva regla aúrea.