Block de hojas amarillas: Gabriel Silva: ecuaciones y fractales

13 agosto, 2005

Gabriel Silva: ecuaciones y fractales

El escritor como prisionero de sus propias palabras, como el reo que aguarda su sentencia y cuyo juez es el tiempo que pasa, la vida que lo va consumiendo hasta dejarlo hecho polvo, moléculas, vacío. Tal es la primera impresión que surge al leer Números del reo (editorial La calabaza del diablo, Chile, 2004), el primer poemario del poeta Gabriel Silva (Santiago de Chile, 1974). Lo que deslumbra al toparnos con esta poesía tan geométrica, tan exacta en su delirio matemático, son las evidencias de un escritor que viene de la otra orilla de la cultura, la de la física cuántica y la tecnología ingenieril. Y es que Silva es un poeta que ha saltado de las fórmulas precisas de las ciencias exactas al cosmos impreciso de las definiciones y los afectos. De ahí que sus ecuaciones se hayan vuelto “el aleteo del verbo en el espíritu de la luz”.
Al acercarnos a este poemario-laboratorio de cálculos y fotones en la pizarra del verso, nos percatamos que Gabriel Silva ha querido reconciliar las dos mitades de un mismo enigma: el del valor exacto del ser humano en un universo que solo nos necesita como energía en movimiento, pero que nosotros, criaturas inverosímiles, seguimos pretendiendo encontrarle sentido, significado. Este joven poeta sudamericano nos recuerda, por lo mismo, al poeta francés Jacques Roubaud, de quien Octavio Paz decía que en él se realizaban “los esponsales amorosos del trobar clus y de las matemáticas”. En ambos autores, en Silva y en Roubaud, el poema es un juego combinatorio, un espacio donde acontece la ceremonia de lo humano, sus conflictos, sus paradojas, como si esta fuera un choque de partículas, una explosión de átomos en fuga:

la luz
une el equilibrio con las palabras
monosílabas
la geometría es una palabra no divulgada

De todos los misterios que la vida pone a su disposición el que más golpea a Silva, el que más lo toca en carne viva y en pensamiento reflexivo, es el de su alma aterrada ante la “desesperación de infinito”, ante una vastedad que solo los números pueden darle coherencia y explicación. Nacido en una edad en que lo que prevalece es un universo fractal, un horizonte de objetos irregulares y de líneas fragmentadas, un mundo sin sustancia matérica de peso, a nuestro poeta no le queda más tarea que escudriñar el caos que lo rodea, estudiar en su complejidad alucinatoria las realidades en que lo real se distorsiona en múltiples facetas y reflejos. Silva busca hallar el camino de regreso a la simetría, al equilibrio. Para eso cuenta con la palabra como escudo, con la poesía como ordenamiento formal de la luz que lo asombra y lo intriga.
La poesía de Gabriel Silva indaga, como pedía Friedrich Nietzsche, en tender “la mano hacia los seductores bucles del azar...ahora, encorvado, entre dos nadas, un signo de interrogación, un cansado enigma” es la tarea que se impone a sí mismo. Y como Nietzsche, Silva descubre, al extender su voz, los silogismos del tiempo, las inquietudes del espíritu, las sorpresas del amor y de la muerte como trayectorias paralelas, como fenómenos cargados “con fotones y neutrinos”, con partículas que estallan “en la pared del universo”. Y, de ese modo, el poema deviene en su propio experimento:

el reo es una celda imaginaria
su espejo es la luz del norte...
el lugar donde la dimensión de su pensamiento
choca estrepitosamente

Y ese es el mayor atributo de Números del reo: el que sus versos sean, a la vez, tiempo y reflexión del tiempo, el que sus imágenes clarifiquen el mundo en que vivimos desde la poesía que no deja de preguntarse en cuál realidad estamos presos, a qué espacio pertenecen nuestros amores y querellas. Lo esencial aquí es advertir que Gabriel Silva reclama que la libertad es un reencuentro de contrarios, una ciencia de la luz que no pretende engañarnos con fastos trascendentalistas. Que el ser humano es un reo en perpetua escapatoria, un teorema sin confirmación posible, pero del que Silva es su más fiel estudioso, su más impecable investigador.